viernes, 24 de abril de 2015

Todo tiene su tiempo debajo del cielo...

En mi vida Dios me regaló la oportunidad de elegir varios destinos, de tomar distintos caminos y, por supuesto, compartirlos con esos seres especiales que llenaron aquellos momentos que atesoro con recelo.

De vez en cuando uno de esos amigos especiales que guardamos en nuestro corazón deciden dejar de compartir el viaje que emprendimos con tanta ilusión y debemos seguir el camino sin aquel corazón que latía siempre tan cercano.

Como ese corazón que ahora late con el mío, el corazón de aquel pequeño ser que me acompaño en este viaje de vivir durante 15 hermosos años. Alegrías y tristezas formaron las curvas de nuestro camino. Con sus ladridos supo regalarme risas, y consuelo en los momentos más amargos. Siempre a mi lado con su amor fiel, incondicional e incansable, supo regalarme amor sin preguntar y sin pedir.

El mejor de los compañeros hoy quiso iniciar su descanso. De la misma forma que Dios lo puso un día a mi cuidado, hoy se lo quiso llevar a su lado. Pero siempre tendré su compañía en mi memoria y en mi corazón. Sus 4 patitas siempre resonarán en mi pensamiento como siempre lo hicieron en aquellos pisos de maderas, por sus saltos de alegría al verme llegar.

Por enseñarme lo que es el amor sin condiciones, la fidelidad sin comprimidos, el cariño sin límites... nunca te olvidaré. Hasta pronto, Duke.

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